TOTANA
A los pies de Sierra Espuña y con las playas de Mazarrón a tiro de piedra, Totana goza de una situación privilegiada. Es una ciudad alfarera, en la que muchas familias siguen trabajando el barro y exportando parte de su producción a todo el mundo. Por eso, merece la pena visitar sus alfarerías, hay más de 50, y llevarse un buen recuerdo.
Hay que recorrer tranquilamente la villa, visitar la iglesia de San Ildefonso -su torre toscana, su retablo renacentista y las gigantescas conchas marinas que guardan el agua bendita-, contemplar el barroco ayuntamiento y ver los 18 caños de la fuente -también barroca- obra de Juan de Uceta y Nicolás de Rueda y descubrir sus discretas hornacinas que adornan los muros.
Más de la mitad del Parque Regional de Sierra Espuña se encuentra en el término municipal. Y es allí , en medio del bosque que se aferra a las laderas, donde se halla el Santuario de Santa Eulalia de Mérida construido en el siglo XVIII en estilo toscano. Muy cerca, el Via Crucis y un espectacular mirador y también importantes esculturas que representan al sagrado Corazón, el Angel y la Virgen Blanca.
En el parque pueden realizarse muchísimas actividades como la observación de fauna y flora, escalada, cicloturismo, senderismo y equitación. Para alojarse hay casas rurales y también albergue.
En los últimos años, los más de 20.000 habitantes de Totana han sumado a la tradicional producción agrícola -uva, almendra, calabaza totanera, etc- y ganadera -especialmente porcina- un importante desarrollo industrial y de servicios.
